Los perdidos. Llegar hasta allí no fue una odisea. Viajamos unos 220 Km., unas dos horas y medias de sueño, aproximadamente. Mis ojos no creían lo que estaban viendo. Era una mezcla entre lo moderno y lo antiguo. Anduvimos un tanto perdidos porque no encontrábamos el parking indicado por el GPS; entre tanto seguía en silencio y admirando lo empedrado de las calles. Por fin encontramos el estacionamiento y fue a partir de ese momento en que estábamos verdaderamente desaparecidos. - ¿Cruzamos a las derecha o a la izquierda?- preguntaba el baquiano… ¿Se podrán imaginar?, si ni siquiera el baquiano sabía a dónde íbamos. Entre bulevares y avenidas pudimos observar las cálidas edificaciones, los balcones llenos de flores, las bicicletas aparcadas en las aceras, los automóviles cediendo el paso a los peatones. También conocimos los famosos Café Shop; son pequeños establecimientos donde lo menos que venden es café. Lo que sí supimos es que los que salen de allí
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